lunes, 20 de noviembre de 2017

Génesis del Llanto



En el origen más lejano,
cabalgando en el día primero,
antes de la fatiga de los pies,
de la tráquea y el aliento,
sin dedos todavía sólo existió la Codicia.

En el día segundo,
desde los muros y el color amarillo,
nacieron las espadas,
se multiplicaron las ballestas,
aparecieron los arcabuces.
Y, con ellos, los soldados.

En el día tercero,
con el rocío y la niebla,
desde la noche amansada,
emergieron las sotanas,
ya estaban las cruces caminando.


En el día cuarto,
con pedazos de olas,
restos de viento y revoloteo de gaviotas,
cobró barcos el mar.

En el día quinto,
en otros cantos de pájaros,
en el silencio más nuevo,
en la vértebra de los ríos y el vientre de las piedras,
el oro guiñaba sus ojos.

En el día sexto,
amanecieron los lapachos,
retozaron los venados,
bebieron fragancia los azahares,
cantaron las cigarras y el agua se hizo en los arroyos.

Ya en el séptimo día, en medio del bostezo, se creó el llanto de los indígenas.
Ya no hubo tiempo para dibujarles la risa.
  
Mario Rubén Álvarez “La Poesía de los Guaraníes como arma de resistencia”

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